• José Joaquín Tárraga

SALUDA 2009

Para los que amamos a Peñas sabemos que las fiestas de este año son y serán distintas, tristes, sin alma,… Las Hermanas de Peñas nos dicen adiós. Adiós para siempre.

Desde 1923 las Hermanas han sido queridas, respetadas y amadas por todos y siguen siendo a fecha de hoy una comunidad referente. Ellas llevan durante todo este tiempo propagando el cariño de la Milagrosa, la devoción a María y la ayuda a los más pobres al estilo de San Vicente y Santa Luisa. Ellas han enseñado a leer a tanta gente, a valerse por sí mismas, han cuidado de vuestros hijos, han dado de comer al hambriento, velado a vuestros muertos, rezado por todos.

Las Hermanas de Peñas son referente de opción por los pobres en nuestra comarca, una de las más pobres de la provincia: visitan a los enfermos en casa y hospitales, acompañan en el duelo, visitan a las personas solas, acompañan la acción catequética, litúrgica, pastoral y caritativa en la parroquia y aldeas, acompañan y sostienen a vuestro cura. Son presencia del Reino en las calles del pueblo.

Las Hermanas se marchan de nuestro pueblo. Parece un mal sueño, una broma pesada y de mal gusto. Yo no me lo quiero creer. Pero es la realidad. Se van porque no hay relevo, porque la crisis de vocaciones ha llegado a nuestro pueblo y nos ha tocado de pleno.

El pueblo llora, y llora mucho y con sentimiento. Impresionante y emocionante ver llorar a la gente cuando plasmaban su firma en contra de la marcha de las Hermanas. El pueblo las respeta y las quiere.

Las Hermanas han dado todo. No hay reproche en nuestros corazones. Nuestro interior rebosa agradecimiento. Ellas han entregado toda su vida por Cristo y los pobres. Se han hecho uno con nosotros que hasta comparten nuestro campo santo. No les podemos pedir más.

Su presencia y su trabajo en nuestro pueblo ha sido siempre constante y no deseamos que se vayan. Las queremos junto a nosotros.

Sor Irene, Sor Pilar, Sor Encarna y Sor Dolores se marchan y no hay relevo. Ellas, conocidas como las Hermanas de Peñas, nos dicen adiós.

Se marchan con un sueño, con un deseo, con una petición al Santo Cristo y a la Milagrosa del Castillo: ¡que surjan vocaciones de nuestro pueblo! Jóvenes, muchachas y muchachos, dispuestos a dar la vida por Cristo, a entregarse a los pobres, a enseñar al que no sabe, visitar y sanar al enfermo, acompañar al solo, vestir al desnudo, dar de comer al hambriento, acoger a los sin techos, dar alegría a los tristes,…

Ellas han sembrado, ahora toca que el fruto madure.

Peñas siempre será vicenciano. Siempre será mariano. Siempre agradecido a las Hijas de la Caridad, a las Hermanas de Peñas.

Siempre: ¡Gracias!

Vuestro cura:
José Joaquín