• José Joaquín Tárraga

El botellón llega a la Plaza

El botellón llega a la Plaza

“La noche es tiempo de salvación” reza un salmo. Y es verdad. Los jóvenes somos hijos de la noche, nos gusta la noche. En la noche salimos, hablamos, nos divertimos. Es tiempo de fiesta. Tiempo para crecer como amigos, para conocernos más,…

Pero la noche también puede ser un tiempo para la perdición. ¡Cuánta gente buena se ha perdido en la noche y en las consecuencias de la noche!

Hemos asistido este fin de semana a otro “macro-botellón” anunciado y televisado en Andalucía. Uno más. Las consecuencias: miles de Kilos de basura y 15 comas etílicos. En el reportaje que pude ver en televisión se preguntaba: “¿Qué valores estamos dando a los jóvenes para que cada semana ocurra estas cosas”.

El botellón está muy cerca de nosotros. El botellón se va a la plaza, al parque, de cumpleaños, de fiestas locales, a la peña, de fin de semana,… El botellón está muy cerca de nosotros. ¿Y los padres también están cerca? ¿Y nosotros?

Botellas que se ven en bolsas de plástico por nuestras calles. Niños y jóvenes preparando sus celebraciones y en donde no puede faltar el alcohol. Y pasa lo de siempre… jugando a ser mayores, creciendo de forma rápida y desviada y sin personalidad ninguna. El botellón llega a nuestra plaza. Al centro del pueblo. Al centro de nuestra sociedad y de nuestros adolescentes. Alcohol que es droga y que siempre ha sido la puerta de otras drogas mucho más peligrosas.

Botellón que es símbolo de beber y coger el puntito. Botellón que es buscar lugares oscuros, no abiertos ni públicos, lugares donde no hay leyes ni espías, donde estamos lejos de posibles reproches.

Pero el botellón ha dejado de estar en las afueras y ser algo esporádico, para irse a la plaza. El botellón ha llegado a la plaza y ha llegado a nuestros adolescentes. Una generación que ya es denominada como la “generación botellón”. ¡Qué triste!, ¿verdad?

Pero en la plaza también hay jóvenes sanos, niños y adolescentes que crecen junto a sus mayores. En la plaza hay lugar para el crecimiento personal, para el compromiso con la sociedad. Jóvenes con sueños, ilusiones y que crecen sin quemar etapas y paso a paso sin saltos ni atajos.

El botellón ha llegado a la plaza. ¿Te apuntas? Yo no.