Siempre pidiendo...

Siempre pidiendo...

“Este cura es muy pedigüeño”, comentan algunos. Y es verdad. Los curas no paran de pedir. Piden y piden, siempre pidiendo.

Ya desde muy pequeño me defino como una persona que pide. Y pide porque siempre pienso que alguien me escucha y puede ayudarme.

A mis doce años, cuando venía a Peñas a recibir al Cristo del Sahúco, mi misión consistía en conseguir tocar los pies al Cristo entre el barullo de los devotos y andarines que a la llegada de la imagen se entrecruzan en la Cruz. Tocar al Cristo y pedirle, pedirle llegar a ser cura y algo de ayuda para aprobar el curso pues quedaban pocos días y la cosa estaba un poco complicada... Así año tras año, misión tras misión, promoción de curso tras promoción de curso, al Cristo siempre pidiéndole.

Y como yo, muchos otros. Santos, imágenes, tradiciones. La gente pide y lo hace con mucha confianza. Dando cabezazos, buscando calaveras, lanzando monedas o sobando pies. La gente pide en Santiago de Compostela, Salamanca, Cáceres, Fontana de Trevi...

Desde que el Cristo me ha bendecido con mi servicio pastoral en Peñas, mis peticiones se han transformado algo, pero siempre en la misma línea: pedirle al Cristo. Si antes era llegar a ser cura, ahora es para que me ayude a ser un buen cura, o un cura bueno, como mejor se vea...

Siempre que me pongo ante el Santo Cristo del Sahúco brota mi oración para que de nuestro pueblo y de nuestra comunidad, sigan surgiendo vocaciones a la vida sacerdotal, religiosa y misionera. “¡Que salgan de nuestro pueblo vocaciones!”

Y es que al Cristo todo el mundo le pide. Nuestro obispo anterior, D. Francisco, comentaba en cierta ocasión, cómo realizaba la promesa de andar hasta el Santuario y la imagen del Cristo del Sahúco para pedirle vocaciones. Él también se puso a pedir.

Y yo sigo pidiendo... Pido y pediré en el silencio de mi interior para que surjan jóvenes y niños con deseos de entregar su vida por los demás, por Él. Pido para que sean muchos los chavales que se acerquen ante los pies del Cristo con la misión de tocarle y sentir cómo el Cristo les ayuda a seguir teniendo la ilusión de poder servirle alguna vez en el servicio pastoral. Y yo sigo pidiendo...

Hace unos años, cuando se restauró la imagen del Santo Cristo del Sahúco, los pies quedaron preciosos. Una y otra vez, los carteles y avisos que acompañaban al Cristo decían algo así como: “Recién restaurado. Los restauradores recomiendan no tocar la imagen” Yo, en la primera carrera de la imagen recién restaurada, comentaba con unos y otros en las paradas de los caminos: “¡No toquen la imagen!, está recién restaurada”.

Y así nos va...  Impidiendo la misión a niños y jóvenes que desean tocarle al Cristo y pedirles ser buenos amigos suyos. ¡Que pecado más grande!

Sólo me queda decir a estos muchachos y jóvenes, ya sean mujeres u hombres, que sigan intentando conseguir su misión, su objetivo, que yo seguiré pidiendo por ellos... Que no pierdan la ilusión de conseguir lo que Dios ya les ha regalado.

Yo, como buen cura, seguiré pidiendo...