La Iglesia defensora de los Derechos Humanos

La Iglesia defensora de los Derechos Humanos

El cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de la Santa Sede, acaba de pronunciar en la Casa de la Iglesia de la Conferencia Episcopal Española una conferencia titulada "Los Derechos Humanos en el Magisterio de Benedicto XVI", con motivo del 60 aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos.

Dado que una de las manifestaciones del compromiso de la Iglesia por la salvaguarda de los derechos humanos, es el compromiso de tantos misioneros, un gran número de ellos españoles, esparcidos por el mundo.

El cardenal Bertone recordaba en su conferencia que ""Históricamente hablando, el acierto principal de la Declaración Universal consistió en haber afirmado solemnemente ante la entera humanidad que la paz de los pueblos, tras dos terribles guerras mundiales, habría que buscarla basando la cooperación internacional y la construcción de un mundo más fraterno en el respeto incondicional a la dignidad de la persona humana y a sus libertades fundamentales. Los derechos humanos, cuya eficacia debe ser garantizada por brotar inmediatamente de la dignidad de la persona humana, son universales, inviolables e inmutables".

Y añadía que "sin duda, se ha recorrido un largo camino, pero queda aún un largo tramo por completar: cientos de millones de hermanos y hermanas nuestros ven cómo están amenazados sus derechos a la vida, a la libertad, a la seguridad; no siempre se respeta la igualdad entre todos ni la dignidad de cada uno, mientras se alzan nuevas barreras por motivos relacionados con la raza, la religión, las opiniones políticas u otras convicciones".

No obstante recordaba que la dignidad de la persona humana es el fundamento de estos derechos y no un compromiso político: "La experiencia de la historia de la humanidad y específicamente de la cristiandad, nos lleva a reconocer, con Benedicto XVI, que "el futuro de la humanidad no puede depender del simple compromiso político", sino que debe ser consecuencia del reconocimiento de la dignidad de la persona humana, hombre y mujer, con el fin de crear las condiciones adecuadas, para una vida realizada en plenitud en la sociedad en la que vive".

Y refiriéndose a la labor de la Iglesia: "La Iglesia hace todos los esfuerzos posibles para aportar su contribución al bienestar general, a veces en situaciones difíciles. Su mayor deseo es continuar incansablemente prestando ese servicio al hombre, a todo hombre, sin discriminación alguna".

Un compromiso que el cardenal pedía que no se malinterpretara: "En cuanto al compromiso de la Iglesia por los derechos humanos puede darse un malentendido: el de concebir a la misma Iglesia como una especie de institución humanitaria. En realidad el compromiso de la Iglesia por los derechos humanos no es un signo de secularización. Esto y ha sido bien aclarado en los discursos pronunciados por Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI en la ONU", y añadía "el compromiso de la Iglesia por los derechos humanos tiene razones precisas e inherentes a su propia misión; se inscribe en la solicitud de la Iglesia por el hombre en su dimensión integral".