• Mª Mercedes Meya Iñiguez

Bendición de la Imagen de Ntra. Sra. de la Soledad en Peñas

Bendición de la Imagen de Ntra. Sra. de la Soledad en Peñas

El pasado domingo 29 de marzo de 2009 tuvo lugar a las 12 del mediodía la solemne bendición de la Imagen de Nuestra Señora de la Soledad de Peñas de San Pedro.

1. PRESENTACIÓN

Hoy se bendice y regresa al culto una imagen que permanecía desde hace mucho tiempo en las cámaras del templo parroquial, y que sin embargo representa en sí misma un objeto de gran valor cultural para este pueblo.

Se trata de lo que podríamos llamar una “devoción perdida”; la palabra “devoción” nos habla de algo superior a nosotros, nos remite a una trascendencia que da sentido a nuestras vidas, mientras que la palabra “perdida”, nos recuerda algo de lo que nadie se acuerda y que se ha olvidado. Es por ello que nuestra imagen nos traslada hacia algo que nos remite hacia lo divino, hacia lo religioso, pero que con el tiempo las gentes han olvidado su presencia.

Sin embargo, no hemos de olvidar que el comportamiento religioso forma parte de la cultura de los pueblos y de las civilizaciones; de ahí la importancia del hecho que se celebra hoy: el regreso de una creencia que formaba parte de la esencia cultural de este pueblo hace cuatrocientos años, y que con los avatares de los tiempos, poco a poco fue desvaneciéndose entre los recuerdos de un desván. Es por ello que pedimos que de ahora en adelante no vuelva a perderse esta remembranza de algo de lo que sentían profundamente los antepasados de los que hoy os encontráis aquí presentes.

La imagen se encontraba en un pésimo estado de conservación: suciedad, grietas, pérdidas y craquelado en la encarnación. Tenía quemada la parte posterior, y había sido cubierta con una capa de cal, especialmente en las zonas calcinadas. Había perdido los brazos y manos, presentando además mucha inestabilidad en su estructura.

En cuanto a la descripción de la imagen, se podrían apuntar las siguientes características:

Autor: desconocido, sin grandes pretensiones artísticas. La imagen que elaboró entra dentro de la categoría de lo popular, pero supo darle al conjunto una gran dignidad y aplomo. La imagen transmite su presencia, remitiéndonos a los escultores anónimos que antaño dotaban de “alma” a las imágenes devocionales, conmoviendo a quienes las observaban.

De estatura pequeña, y con manos recogidas o entrelazadas en señal de plegaria o petición

Iconografía: porta un vestido de viuda castellana del siglo XVI, compuesto esencialmente de toca y túnica blanca, y manto negro de luto. El color negro fue introducido en España para el luto por Isabel la Católica en el siglo XV, puesto que en épocas anteriores se utilizaba el blanco para este fin.

Semblante: poco modelado, de encarnación pálida con ligeros toques de rubor en las mejillas y barbilla. A simple vista no presenta un gesto amable ni de gran belleza; pero sí revela un gran dolor contenido, presente en los ojos muy abiertos y en los labios apretados, así como en la palidez del rostro. De cada uno de sus ojos penden simétricamente tres lágrimas que no se aprecian a simple vista, como un llanto que refleja exteriormente la gran pérdida sentida en su interior.

Representa a la madre que acaba de enterrar a su hijo y siente en lo más profundo de sí la soledad más extrema, al dejar el cuerpo y marcharse; es el momento -aquellos de ustedes que lo hayan vivido lo saben- en el que se rompe el último hilo que nos une con el ser querido que ha muerto. De ahí este gesto de la Virgen que es una mezcla de dolor, tristeza e incredulidad, con los ojos muy abiertos como no creyéndose el trance tan terrible que estaba viviendo, pero también de una increíble serenidad contenida. Dicha unión sorprendente entre el dolor intenso pero a la vez sereno, reflejado en su semblante y en su porte, es lo primero que trasmite esta imagen a quien se acerca a ella.

Inclina ligeramente la cabeza hacia su lado derecho con cierta rigidez; en general, la expresión y todo el conjunto se podrían incluir dentro de la estética propia del arte popular de los últimos años del siglo XVI, entre finales del Renacimiento y los inicios del Barroco.

2. ORIGEN DE LA DEVOCIÓN GENERAL A LA SOLEDAD

Cuenta la tradición que el origen y la iconografía de esta devoción procede de la reina Isabel de Valois; cuando vino a España a casarse con el rey Felipe II en 1560, encargó al escultor Gaspar Becerra una imagen para su oratorio, partiendo de un cuadro de la Virgen que la reina había traído de Francia y al que le unía un gran cariño.

El escultor se retiró al convento de los Mínimos de Madrid para trabajar, pero chocó con el gusto flamenco de la reina, que le hizo desechar las dos primeras imágenes que esculpió. Finalmente, lo consiguió al tercer intento, tallando unos troncos a medio quemar de su chimenea. La Virgen se trasladó al oratorio de la reina, en donde fue vestida con un traje donado por la camarera real, la condesa de Ureña, que era viuda; de ahí proviene la iconografía de luto que muestra la imagen. Respecto a las otras dos imágenes talladas por Becerra, una fue trasladada al Puerto de Santa María (Cádiz); y la otra a la Iglesia de San Isidro de Madrid, origen de la difusión de la devoción por todo el país hasta su pérdida en un incendio en 1936.

La primera cofradía de Nuestra Señora de la Soledad fue fundada en el mismo convento de los Mínimos en Madrid en 1565, surgiendo a partir de ella por toda España otras cofradías similares que se dedicaban generalmente al socorro de los pobres y de los enfermos (era habitual ver imágenes de la Soledad en los hospitales de la época), así como a los enterramientos, especialmente de los más necesitados.

3. LA VIRGEN DE LA SOLEDAD EN PEÑAS DE SAN PEDRO

Para conocer datos de la Virgen en Las Peñas, hay que partir del “Epitome” que sobre la Santa Cruz escribió Fray José Miguel Uclaus en 1767, del cual podemos extraer lo siguiente:

a) Llegada
-Posiblemente hacia finales del siglo XVI y muy de comienzos del siglo XVII; entre la fundación de la primera cofradía madrileña en 1565 como ya se ha visto, y el año 1608, que es la fecha en la que se narran los milagros de la Virgen incluidos en el Epitome de la Santa Cruz escrito por Uclaus.

b) Localización
-Según Uclaus, dentro de la ermita de la Santa Cruz en el Castillo. Y en ella, en la capilla en donde se encontraba el Crucificado (probablemente el Cristo de la Santa Cruz), a mano derecha. Tal vez formaría un Calvario con alguna imagen de San Juan, hoy desaparecida, al igual que la del Crucificado.

c) Culto
-Participaba en las procesiones de Semana Santa de la Villa, sobre todo la del Viernes Santo. Quizá con ella y un Cristo Yacente articulado se hiciera antiguamente la celebración del Desenclavamiento, una representación popular del descendimiento de Cristo desde la cruz, que constaba de una escenificación del pasaje evangélico y de la recitación de unos versos rimados como acompañamiento, que en la actualidad se han perdido.
-Tal vez recibiera unos cultos especiales (rosarios, novenas o triduos) durante la Cuaresma.
-Todos estos cultos serían llevados a cabo por las dos cofradías de la Villa que remontaban sus orígenes hasta el siglo XVI: la Cofradía de la Santa Cruz, y la Cofradía de la Sangre de Cristo, vigentes hasta el siglo XVIII.

d) Evolución y final
-En 1767 Uclaus protestaba porque la Virgen ya se encontraba medio abandonada en la ermita de San Pedro de la Villa, e instaba a que hicieran el favor de devolverla a la ermita de la Santa Cruz, “pues para allí la hizo la devoción, como consta de los milagros antiguos”.
-Así pues, y partiendo de lo anterior, el culto hacia la Virgen de la Soledad pudo quedar en el olvido hacia finales del siglo XVIII, prologándose hasta la actualidad. Las causas podrían derivarse por un lado, de la llegada de las nuevas modas estéticas, que provocaban la sustitución de unas imágenes por otras; y por otro, de la nueva política del Estado borbónico del siglo XVIII (Aranda, Floridablanca…) que estuvo orientada entre otras cosas a suprimir las antiguas cofradías, pues fueron entendidas entonces como unos entes que nada tenían que ver con los ideales del nuevo modelo cultural de la Ilustración.

4. LOS MILAGROS DE LA VIRGEN DE LA SOLEDAD

Uclaus nos refiere dos milagros de la Virgen, ambos del año 1608, que destacamos a continuación:

• Milagro de Domingo Sánchez, de San Clemente.

El 12 de noviembre de 1608 se curó del dolor de ciática tras soñar con la Virgen, que intercedía por él. Despertó al hospitalero del Hospital del Arrabal, al verse curado de su dolencia, y subió a la ermita de la Santa Cruz a dar gracias por el favor recibido y a dejar sus muletas (Uclaus, pág. 287).

• Milagro de la iluminación de la imagen, día 21 de mayo de 1608.

“En esta Soberana Imagen, día miércoles 21 de Mayo del año presente en que vamos de 1608, a las cinco de la mañana, haciendo oración a la Santa Cruz Geronymo González, natural de Murcia, por inspiración Divina puso los ojos en ella, y vio que la dicha Imagen entre las dos cejas tenía una luz pequeña, a manera de estrella en su relumbrar o lucir, y era larga; y en el carrillo derecho otra del grandor de un garbanzo, y otra estrella algo más pequeña a su lado, y otras dos en la barbilla, y otra en el carrillo izquierdo, del mismo grandor que la del derecho; con la cuales vio dicho Geronymo, que iba sobrepujando la referida Imagen de Nuestra Señora en hermosura; y duró todas estas estrellas y belleza, entretanto que pasó un tercio de Rosario, quitándose y volviendo a salir las estrellas, y resplandeciendo unas más que otras.

Admirado el dicho Geronymo, y por si lo que a él le parecía era cosa cierta, o acaso se engañaba, se lo dixo a otras personas que estaban junto a la reja, que eran unos cojos, que sabiendo las maravillas que obraba la Santa Cruz, habían venido a solicitar su alivio. Estos miraron, y vieron lo mismo, y comenzaron todos a llorar, y así permanecieron todo el tiempo que duraron las estrellas en la Imagen de Nuestra Señora, que fue un cuarto de hora; y pasado este tiempo, se volvió la dicha Imagen al gesto que tenía antes, perdiendo la hermosura que con las estrellas tenía.

Divulgóse este prodigio, dando todos gracias a su Divina Magestad por sus favores, y a María Santísima por este beneficio; y como en estos días se estaban haciendo informaciones de los muchos Milagros, que en todo el mes había hecho la Santa Cruz, mandó el señor Licenciado Alonso Benítez, Alcalde Ordinario de la dicha Villa, con asistencia de los tres señores Curas antes mencionados, y de los dos Escribanos arriba referidos, que pareciese ante sí el dicho Geronymo González, para que depusiese la verdad de lao que había visto, y dixo lo que ya tengo referido; y lo mismo dixeron en sus deposiciones como testigos de vista, Juan Romero, vecino de Chinchilla, Juan de Madrona, de la misma Ciudad, y Pedro García, vecino de la Villa de Bogarra, todos cojos.” (Uclaus, pág. 160)

5. AGRADECIMIENTOS

Para la recuperación de la imagen han colaborado bastantes personas, tanto del pueblo como fuera de él. Queremos agradecer especialmente su colaboración a:

 -José Joaquín Tárraga, Párroco de Las Peñas, por su ilusión y ayuda en todo el proceso.
 -Varios donantes anónimos por su generosidad, y a las personas que con mucho esfuerzo y dedicación han confeccionado la ropa de la Virgen en Las Peñas.
 -Mª Dolores Barnuevo y su taller de restauración, que con su sabio consejo y buen hacer ha dirigido todo el proceso de rehabilitación de la imagen.
 -Marta Valdiviezo (Bolivia), que ha elaborado las piezas de plata y las manos que luce la imagen. La diadema de plata lleva las estrellas en recuerdo también del milagro de la iluminación de la imagen, antes referido.

6. LECTURA DE UNA ORACIÓN MUY ANTIGUA A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD (recogida a Dª Lorenza Iñiguez, una de las camareras de la Virgen de la Soledad de Albacete en la década de 1950)

“Como me echo en esta cama
me echarán en la sepultura;
como me tapo con la ropa,
me echarán la tierra dura.

Todos se irán y me dejarán,
pero tú no me dejarás,
Virgen de la Soledad,
que eres más hermosa
que ninguna,
que a los pies llevas el sol
y a las espaldas la luna.”