FIESTA CRISTO DEL SAHUCO

FIESTA CRISTO DEL SAHUCO

No hay que avisar ni gastar en publicidad: Lunes de Pentecostés, inunda la primavera y la blancura de las ropas mezclan el olor del arca vieja con la explosión de aromas en flor.

Disponibles: hombres decididos, pies ágiles, corazones bien entusiasmados. Impecable el uniforme: pañuelo y flores olorosas en las sienes, camisa blanca, faja, cinto, calzoncillo blanco largo con las cintas atadas, calcetín y zapatillas de viaje por la autopista de ramblas, caminos y sendas. Una inundación de blancura.

Tertulia más que comida, si acaso una paloma fresca del pilar del Sahúco, y apretar los lazos de la amistad en los corrales de la aldea, los primeros pubs del contorno.

No es una cuestión de fuerzas, sino de amor del bueno. No es una exhibición atlética, sino una vivencia de fe. Mejor las dos fuerzas unidas y todo va perfecto.

Fajarse es necesidad física, pero es también todo un rito compartido de técnica y estrategia. El Evangelio lo recomienda: “tened las cinturas ceñidas y estad a punto de marcha”. La faja se hace arte, estiliza la figura, abraza las entrañas, el corazón, y lo dispara hacia el camino.

¡Adelante el Santo! ¡Siga el Santo! Los atletas se privan de todo, y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible. ¿Increíble? ¡Increíble! ¿Quince kilómetros? Sí. Auténtico todo: el sudor, el entusiasmo, las palmas, los vivas, el cansancio... todo verdad.

La llegada, el delirio, las lágrimas... Desde el Sahúco hasta peñas en torbellino entusiasta. El cansancio no apaga las gargantas. Cada vez más fuerte: ¡Viva el Santísimo Cristo del Sahúco! ¡Viva su Santísima Madre! ¡Viva el acompañamiento! ¡Palmas gandules! Más manos, más palmas, miles, muchos miles, multitud, Pentecostés, Cenáculo, arde el pueblo multiplicado por mil pueblos: delirio, contagio de lágrimas y amores.

La pareja que entra el Santo estira sus fuerzas y contagia el fervor. Se abre “pasillo de honor” al Cristo vencedor y a los andarines que entregan el suave peso y el trofeo más bendito. Besos, abrazos, madres, hijos, desahogos, emociones. Tarea cumplida. ¡Ya está con nosotros! ¡Ha valido la pena!