ESTUVO CON NOSOTROS JOSÉ LUIS NAVARRO Y RODRIGUEZ DE VERA

Nos había acompañado en otros momentos. La última vez había sido durante las celebracionesde Todos los Santos y Todos los Fieles Difuntos.

El día 25 de Mayo se unió a nosotros para celebrar el traslado del Santísimo Cristo del Sahúco. Predicó en la Misa de despedida del Sahuco, en la que se utilizó por vez primera una palia que en nombre de su familia ha regalado a la Parroquia de Peñas.

José Luis es sacerdote del Opus Dei y tiene sus raices en Peñas de San Pedro. Aquí esperan la resurreción los restos mortales de sus padres y abuelos. Aquí pasó temporadas de su infancia y juventud.

Agradezco su delicadeza y atención, sus detalles y cariño para con la comunidad parroquial de Peñas de San Pedro. A continuación os dejo la homilía pronunciada el día 25.

SANTÍSIMO CRISTO DEL SAHÚCO

 

LUNES DE PENTECOSTÉS DE 2015

Queridos hermanas y hermanos:

 

Mejor, queridos paisanos: porque aquí se anclan mis raíces, no solo las multiseculares de antepasados maternos, sino de mi fe y mi vocación divina al Opus Dei, primero como fiel cristiano corriente y luego como sacerdote secular.

 

“Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo”. Estas palabras de la liturgia del Viernes Santo, en el bellísimo marco del templo valenciano de San Juan de Ribera, me decidieron a acudir a esta romería, aceptando la invitación de vuestro párroco formulada en Peñas donde celebré Todos los Santos y los Fieles Difuntos.

 

Tras unas pinceladas acerca del Misterio del Crucificado, el Hijo de Dios y Redentor del hombre, añadiré varias anécdotas familiares.

 

“Cristo ha muerto por nuestros pecados según las Escrituras”, afirma San Pablo. Y la Iglesia ratifica que “no hay, ni hubo, ni habrá hombre alguno por el que no haya padecido Cristo” (Concilio, año 853)

 

En este sacrificio de la Nueva Alianza, único y definitivo, se cumplen las palabras del mismo Jesús: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Juan 13,1)

 

Jamás agradeceremos la enorme gracia de saber, como el Apóstol Pablo, que “el mensaje de la Cruz es necedad para los que se pierden, pero los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios” (1 Corintios 1,18).

 

¿Qué hemos de hacer hoy y ahora?

 

Seguir el consejo de Teresa de Jesús, de la que se cumple el quinto centenario de su nacimiento:“Sólo os pido que le miréis”. Y el Papa Francisco corrobora: “Qué dulce es estar frente a un crucifijo” (EvangeliiGaudium, 264).

 

El pintor GiandomenicoTiepolo llegó a esta conclusión: “Quien no se enamora de Dios contemplando a Jesús crucificado, no se enamorará jamás”. Y Santo Tomás de Aquino afirma: “En la Cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes”.

 

Queridos paisanos: ¡No nos avergoncemos de la Cruz de Cristo!

 

Abro la página de recuerdos familiares, que testifican la fidelidad en la fe y la generosidad en el amor de mis abuelos Sacramento y Roberto Rodríguez de Vera.

 

Ella me inculcó la devoción del rosario, de modo que desde niño memoricé los misterios e incluso la letanía latina. De la época de persecución religiosa (ahora extendida a nivel mundial y generalmente silenciada) valgan estos detalles. En una ocasión se le cayó al suelo el rosario delante de un miliciano; se inclinó serenamente y besándolo volvió a meterlo en el bolsillo. En otro momento, se negó a retirar una imagen del dormitorio como le exigía el médico llamado para una consulta; este quedó impactado por esa determinación.  Mi abuela pensaba, como los mártires, que la fe es más importante que la vida.

 

Tía Isabel —mi segunda madre— recordó siempre su angustia de niña de nueve años, cuando una buena mujer del pueblo acudió a su casa pidiendo sus larguísimas trenzas para confeccionar una peluca al Santo Cristo, como había prometido si su marido e hijos salían con vida de la guerra. Abuela Sacramento, deseando no crear un problema de conciencia a esa vecina, le ayudó a realizar su deseo por otro camino.

 

Concluida la guerra civil, mi abuelo encontró que —gracias a la generosidad de varios vecinos de Peñas—  se mantenían vivos parte de los palomos de raza que constituían una de sus aficiones; que yo heredé, por cierto. Para la celebración solemne de la paz, y ya recuperada esta imagen del Cristo del Sahúco, abrió la piquera del palomar.  Como quiera que las aves permanecieran dentro, las obligó a salir. Con la algarabía de la fiesta, volarían asustadas de tejado en tejado por el pueblo.  De resultas no regresó ni uno de esos animales, que tanto esfuerzo había costado mantener. Pérdida que nunca lamentó.

 

Como sacerdote y miembro de la familia Rodríguez de Vera entrego dos objetos litúrgicos, que podrían emplearse en las celebraciones más solemnes. Son de pequeñas dimensiones, pero elegidos en razón de su centralidaden la Santa Misa: un corporal (de lino y encaje de bolillos) sobre el que descansan las especias eucarísticas; y una palia (con crucifijo de plata sobredorada, confeccionada con tisú rojo y enriquecida con ónix y perlas), destinada a cubrir el cáliz, de modo que no entren impurezas.

 

Volvamos a contemplar la escena del Calvario, tal como la relata el Evangelista Juan:

 

“Jesús inclinando la cabeza, entregó el Espíritu” (Juan 19,30)

 

Repetía San Josemaría Escrivá que “El Espíritu Santo es fruto de la Cruz” No es casual que esta romería del Santísimo Cristo del Sahúco se celebre el lunes de Pentecostés. Como igualmente tiene sentido que hoy en las marismas onubenses se festeje a la Virgen del Rocío, la Blanca Paloma, esposa del Espíritu Santo.Y añade el Evangelio:

 

“Mujer, aquí tienes a tu hijo”

 

 “Aquí tienes a tu Madre”

 

“Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa” (Juan 19,25-27)

 

No encuentro mejor comentario que este del Papa Francisco: Los brazos de su Madre son como la escalera por la que el Hijo de Dios baja a nosotros, la escalera de la condescendencia de Dios” (homilía en la fiesta de la Presentación del Señor, 2015)”

 

A la espera del Año Jubilar de la Misericordia Divina, recuerdo la enseñanza del Fundador del Opus Dei: En la Cruz, el Hijo de Dios extiende a la familia humana ambos brazos, a la derecha y a la izquierda, y nadie jamás debe considerarse excluido de su Amor.

 

“Amor saca amor”, escribía la Santa de Ávila. Ojalá las celebraciones de esta tarde constituyan para todos y cada uno un verdadero salto de caridad en nuestra vida cristiana. Así sea.